El sotol viene de una planta de la familia de las agaves, abundante en los desiertos de este estado. Es semejante al tequila o al mezcal.
Parece que los indígenas lo consumían y le llamaban “serenque”. Sin embargo, al llegar los españoles y darse cuenta de que su fermentación producía alcohol, lo sometieron a proceso de destilado e iniciaron su producción desde el siglo XVII, haciéndose famoso por sus supuestas cualidades medicinales. Más allá de las terapias que recomendaron el sotol, esta bebida paso al gusto norteño como el licor de la región. Dos zonas han adquirido fama por su sotol: Coyame, que es conocido por su sotol de “perlitas”, que son las burbujas que hace la bebida dentro de la botella; y Témoris, cuya flora esta en las barrancas.
El proceso rudimentario consiste en recoger la “jima” o corazón del maguey silvestre en las laderas de los ceros. Después se somete a un intenso cocinado con vapor que reblandece la penca y permite extraer el jugo que pasa posteriormente a una fermentación natural, lo que con el tiempo hace que los azucares se muden en alcoholes. Ya fermentado este jugo, se coloca en los alambiques con fuego que permite su lenta destilación. Finalmente se deja reposar en barricas de roble blanco durante por lo menos medio año, tras lo cual está en estado optimo para servirse en la copa.
Aunque la producción de sotol es muy reducida en Chihuahua, por sus características singulares satisface al paladar del catador más exigente. Falta que internacionalmente obtenga el reconocimiento que se merece.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario