Refinada, equilibrada y
armónica, la catedral de Chihuahua es considerada por muchos como la obra
barroca más hermosa del trópico de Cáncer. Empezó a edificarse en 1725,
pero los trabajos se prolongaron a lo largo del siglo XVIII, El proyecto se
debe al alarife José de La Cruz, quién también dirigió la obra hasta su muerte
en 1734. Otros personajes se harían cargo de la construcción en las siguientes
décadas. Pero llama la atención que aunque fueron muchos los que intervinieron
en ella, supieron infundirle una notable unidad arquitectónica.
Su grandiosa portada
principal es un ejemplo clásico del barroco rico. En el primer cuerpo, tres
columnas y dos nichos decorados por finos relieves acompañan de cada lado al
arco de medio punto de la puerta. Los relieves se vuelven aún más exuberantes
en el segundo cuerpo, donde el juego de columnas, esta vez salomónicas y nichos
se repite, pero a los lados de la exquisita ventana octagonal del coro.
En el tercer cuerpo, ya solo una
columna del fuste helicoidal flanquea a cada lado el relieve central donde se
encuentra San Francisco de Asís patrono original de Chihuahua. Sobre él está
agregado un reloj y una balaustrada curva que remata con la escultura de un
ángel.
A los lados de la portada se yerguen
las dos robustas torres de tres cuerpos para darle un aire simétrico y de gran
elegancia.
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