El sotol viene de una planta de la familia de las agaves,
abundante en los desiertos del estado.
Es semejante al tequila o al mezcal.
Parece que los indígenas lo consumían y le llamaban “sereque”.
Sin embargo los españoles y darse cuenta de que su fermentación producía
alcohol, lo sometieron al proceso de destilado e iniciaron su producción desde el siglo XVIII,
haciéndose famoso por sus supuestas cualidades medicinales.
Más allá de las terapias que recomendaron el sotol, esta
bebida pasó al gusto norteño como el licor de la región. Dos zonas han
adquirido fama por su sotol: Coyame, que es conocido por su Sotol de “perlitas”
que son burbujas que se hace la bebida dentro de la botella; y Témoris, cuya
flora está en las barrancas.
El proceso rudimentario consiste en recoger la “jima” o
corazón del maguey silvestre en las laderas de los cerros.
Después se somete a un intenso cocinado con vapor que
reblandecerá la penca y permite extraer el jugo
que pasa posteriormente a una fermentación natural, lo que hace que con
el tiempo hace que los azucares se muden en alcoholes.
Ya fermentado este jugo, se coloca en los alambiques con
fuego que permite su lenta destilación. Finalmente se deja reposar en barricas
de roble blanco durante por lo menos medio año, tras lo cual está en estado optimo
para servirse una copa.
Aunque la producción de sotol es muy reducida en Chihuahua
por sus características singulares satisface el paladar del catador más
exigente. Falta que internacionalmente obtenga el reconocimiento que se merece.
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